El docente es un mediador: media entre los conocimientos y los alumnos. ¿Pero qué pasa cuando los conocimientos -devenidos información- circulan por doquier? ¿Podemos pensar una especificidad del rol más allá de la mediación, una docencia post-mediadora para los tiempos mediáticos?
Ante el reputado “desinterés” de los chicos, una nueva bandera pesa sobre el cuerpo docente: motivar, motivar, motivar, ¡que no decaiga! ¿Un nuevo tipo de control, simpático, enmarcado en el tono de la interpelación mediática general?
“Pará que lo googleo”. Tener una duda, habitar una duda, habitar el no saber como experiencia fecunda, va desapareciendo en el solucionismo instantáneo de la subjetividad mediática. ¿Puede haber aprendizaje sin experiencia de aprendizaje? ¿Quizá el viejo templo del saber pueda devenir en trinchera para sostener dudas sin resolverlas de inmediato, para convertirlas en viaje?
